sábado, 30 de abril de 2011

Colaboración familia y escuela

CEIP Manuel Siurot, Huelva
“Mi padre también es delegado de curso”

 “Hace menos de dos años tuvimos muchos problemas; en la puerta del centro se formaban corrillos de grupos de padres que lo cuestionaban casi todo, insignificancias pero que se acababan convirtiendo en temas importantes. La organización de un viaje y unas cuantas decisiones que no se entendieron bien fue el detonante. La falta de información hizo crecer la bola y desde dentro no acertábamos a dar la respuesta adecuada. Aquello nos sirvió para darnos cuenta de que algo fallaba”. Así lo recuerda Luis Carlos Delgado, un hombre cercano y entrañable que lleva más de 20 años dirigiendo el CEIP Manuel Siurot. Este colegio onubense siempre ha presumido de tener sus puertas abiertas a los padres y madres hace años puso en marcha un Plan de Ayuda a las Familias y cuenta con una AMPA activa y comprometida.
 La Escuela de Padres del Ayuntamiento de Huelva también estableció su sede allí. Podría pasar incluso por ser un centro modelo en cuanto a participación familiar. Pero, a principios del curso 2008/2009, emergió con fuerza en el equipo directivo la sensación de que tenían un importante déficit de comunicación con las familias y, como reconoce su director, era el momento de apostar con imaginación por nuevas propuestas: “Sabíamos que había que hablar con los padres pero no buscábamos una solución puntual y momentánea sino que era la ocasión para aprovechar el conflicto y articular una estrategia más eficaz.”

Un modelo de participación

El equipo directivo comenzó entonces a estudiar posibles fórmulas que favorecieran y potenciaran la participación de padres y madres en la organización y funcionamiento del centro. El objetivo era establecer formalmente en la estructura del centro cauces para que las familias pudieran exponer sus opiniones y participaran en las decisiones relevantes que afectaran al centro. Diez años atrás el mismo equipo directivo había tomado una serie de medidas para potenciar la participación del alumnado, entre ellas las asambleas de clase y la figura del delegado en cada uno de los grupos del centro, desde Infantil de 3 años hasta sexto de Primaria. Los resultados obtenidos les alentaron a tomarlo como modelo también para las familias, una apuesta que coincidió en el tiempo con un nuevo decreto
de convivencia aprobado por la administración educativa. “El instrumento estaba ahí y si no, lo hubiéramos inventado”, apostilla el director.
Las familias pueden exponer sus opiniones y participar en las decisiones relevantes que afectan al centro.

R e p o r t a j e

La idea parecía simple. Igual que el alumnado elige a principio de curso a un delegado de clase, los padres elegirían también anualmente a su representante en cada uno de los grupos. Entre sus funciones, asistir a las asambleas, llevar la voz de sus representados a las mismas, intervenir en los debates, aportar nuevos temas al orden del día, proponer acuerdos, hacer partícipes a sus representados de los debates o adoptar una actitud dinamizadora y motivadora en su grupo clase de la implicación de las familias en la vida del colegio.

Reticencias iniciales

No todos los miembros de la comunidad educativa del Manuel Siurot reaccionaron con el mismo entusiasmo ante la nueva propuesta. Las mayores reticencias llegaron del lado de los docentes. El director comunicó sus intenciones al claustro y, aunque no existió una oposición como tal, sí es cierto que el profesorado expresó sus temores y su incertidumbre, como reconoce la tutora de 5ºA, Eva Pérez: “Te mentiría- apunta- si te dijera que no hay compañeros que tuvieron y tienen sus dudas con respecto a la figura del delegado.
Algunos piensan que los padres van a fiscalizar su labor, que se van a oponer a lo que realizan o se van a entrometer en su labor pedagógica. También hay quien piensa que se les da demasiado protagonismo.”
Esas reticencias iniciales sirvieron para que el equipo directivo remarcara nítidamente cuáles eran las competencias de cada cual; el director del centro destaca la importancia de la labor pedagógica desarrollada con los padres al respecto: “con las familias quedó muy claro desde el principio que si tenían un problema con un docente, la asamblea de delegados no era el espacio para solucionarlo. Los padres no necesitan intermediarios para hablar con el tutor o conmigo. Los delegados cumplen otra función”.

La búsqueda de padres implicados

Con el comienzo del nuevo curso, aprovechando las reuniones de tutoría a las que están convocados todos los padres y madres de cada grupo, un miembro del equipo directivo y otro de la AMPA informaron de la nueva iniciativa a las familias y les instaron a elegir representantes. Como reconoce el director, la búsqueda de veintisiete padres y madres delegados no fue una tarea fácil: “De entrada, la gente no se implicaba; en algún caso tuve que 'amenazar' con que no me iba del aula sin el nombre del delegado de ese grupo.
Este año, sin embargo, no hemos tenido tantos problemas, incluso en algunas clases contamos con varios candidatos”.
A medida que el alumnado va creciendo, el interés y la implicación de las familias disminuyen, de ahí que el grueso de padres y madres más comprometidos lo sean de Infantil. Para ellos todo es nuevo y la demanda de información, mayor. Es el caso de Raquel González, subdelegada de padres del grupo de Infantil de 5 años: “Estar aquí dentro te cambia la perspectiva.
Los niños no te cuentan nada. Por parte del centro recibes comunicados fríos que también son insuficientes. En el colegio se hacen muchas actividades que no conoces, y es muy difícil que te impliques en lo que no sabes que existe.”

Las primeras intervenciones

“El curso pasado, una delegada se me acercó para manifestarme que algunos padres querían escuchar mi opinión al respecto del desarrollo de las clases de inglés, porque la información del programa bilingüe que les llegaba a través de sus hijos era muy confusa.
No tuve inconveniente en que nos reuniéramos para poder aclararles sus dudas. Si no hubieran canalizado esa inquietud a través del delegado, posiblemente se hubiera terminado convirtiendo en una crítica negativa y destructiva como otras de las que se generan en medio del corrillo de la puerta del colegio, por falta de información y comunicación”. Eva Pérez, profesora de inglés y tutora, encontró, en este caso, una eficaz herramienta de comunicación sin la cual todo hubiera sido más complejo. “Ellos tienen la perspectiva de la familia, y yo del centro, ambas son complementarias y enriquecedoras”, concluye.
En general, los tutores comienzan a percibir al delegado como un aliado cercano a quien informar de problemas que no pueden abordar por sí solos. “La calefacción llevaba más de un año sin uso por falta de combustible pero las familias no sabían que ese era el motivo por el que los niños pasaban frío cada mañana –recuerda Elena Pavón, otra madre delegada–. La tutora recurrió a mí para que llevara a la asamblea este tema. A partir de ahí se elevó un escrito al Ayuntamiento para que asumiera los costes. Vehiculicé un problema que desconocía como madre.” Elena Pavón encuentra así sentido a su participación, “es importante que seamos un referente para los maestros”, y añade
“nunca me he sentido una amenaza para la tutora, ni he pensado que con nuestra presencia fuéramos a invadir un espacio que no nos correspondía”. Tampoco han existido problemas al respecto con la AMPA. No todos los padres forman parte de esa asociación, pero, sin embargo, sí son todos miembros de un grupo-clase de padres de alumnos. La cercanía es aquí una ventaja que ayuda a solucionar los problemas.

Las familias encuentran su sitio
 Los temas tratados en las diferentes asambleas celebradas hasta ahora han sido muy variados: aumento de las líneas bilingües, el peso de las mochilas, la frecuencia de las tutorías, las condiciones del arenero del patio de Infantil, las entradas y las salidas del centro, los cinturones de seguridad en los autobuses de las excursiones, el comedor, las bibliotecas de aula o los ordenadores portátiles.
Cada padre y cada madre delegado ha crecido en el desarrollo de la actividad y, en el camino, juntos han ido encontrando respuestas a muchas de sus dudas y miedos iniciales. Raquel González es abogada y temía no poder compatibilizar la delegación con sus obligaciones laborales. Pasados los primeros meses ha ido hallando espacios y tiempos en los que poder estar en contacto con el resto de familias. Le costaba imaginar,
Juntos han ido encontrando respuestas a muchas de sus dudas y temores iniciales.

R e p o r t a j e
Entonces, que existieran más opciones para el encuentro que la puerta del colegio. El día a día le ha abierto posibilidades: quedar por las tardes en un parque del barrio o verse en los cumpleaños de sus hijos. También las nuevas tecnologías se han revelado como importantes aliados en la comunicación a pequeña escala.
No es lo mismo llamar por teléfono a setecientos padres que hacerlo a veinte. Esperanza Ruiz tiene dos hijos gemelos en el centro y desde el principio formó parte del proyecto como delegada de curso. Su grupo de padres es un tanto especial porque se ha ido transformando en estos dos años en un grupo de amigos. Al principio hablaban sólo de sus hijos y del colegio pero con el tiempo han ido trenzando nuevas complicidades. Casi sin pretenderlo, sus pequeñas rutinas han comenzado a ser imitadas por otros grupos, como comenta esta madre delegada: “siempre que celebramos las asambleas acudimos con nuestros hijos; los padres en un aula y todos los niño del grupo en otra. Ellos saben que estamos allí por ellos y que hablamos de cosas que les repercuten. Es la mejor muestra de que nos preocupa su formación”.

Interrelación padres-hijos

“Papá, yo también soy delegado de mi clase, como tú”. Uno de los dos hijos que Juan Mariano López tiene en el centro llegó exultante a casa después de haber salido elegido delegado de 4º B.
Juan Mariano es operador de planta de depuradora en la empresa municipal de aguas. Su trabajo por turnos le da la oportunidad de participar más activamente en la educación de sus hijos y su actitud no pasa desapercibida para ellos, que aprenden de forma directa la importancia de valores como la solidaridad, la responsabilidad o la participación democrática. “Mi hijo llevaba varios años presentándose y no salía elegido.
Este año, por fin lo consiguió. El hecho de que yo esté como delegado de padres influye en él y le anima a participar. Se siente muy orgulloso de que los dos seamos delegados de su curso.”

La hora del análisis

Una vez evaluado el desarrollo del primer año de la experiencia, la percepción de sus protagonistas oscila entre el optimismo “razonado” de muchos padres delegados y el escepticismo “positivo” de algunos de los tutores. En general, los temores iniciales se han ido disipando y aunque casi ningún docente valora negativamente el camino elegido, tampoco despierta grandes entusiasmos. Javier Sánchez, tutor de 4ºB de Primaria, acierta a poner argumentos a su escepticismo. “Llevo muchos años ya en esto y pasa lo de siempre, que los padres que se implican son los de los alumnos que no dan problemas. El hijo de mi delegado, por ejemplo, es un estudiante magnífico, pero el resto pasa. No logramos que se impliquen los padres que están más desvinculados de la escuela.”
“¿Sirve todo esto para algo?” se pregunta, finalmente, el director, Luis Carlos Delgado. Y responde tajante al instante “Sí, rotundamente sí. Los padres han comenzado a implicarse de una manera más activa en la educación de sus hijos y eso es lo importante.
Te puedo poner un ejemplo, el curso pasado una madre propuso que los alumnos que no estuvieran en la línea bilingüe pudieran recibir clases de segundo idioma. Hablamos con la jefa de estudios y era posible.
Este año su hijo y sus compañeros tienen francés.”
El presidente de la AMPA, Jesús Rodríguez, apunta, además, en otra dirección: “en estos dos años los padres delegados se han convertido en nuestra 'cantera'.
En las últimas elecciones a los Consejos Escolares la mayoría de los candidatos habían sido delegados de grupos el curso pasado. AMPA y delegados se complementan, no compiten. La AMPA tiene una imagen más institucional y una visión más global de todo el centro. Por contra, la figura del delegado aporta frescura y mayor cercanía”.
Unos y otros, los optimistas y los pesimistas, insisten en la misma dirección. Las familias no pueden quedarse al margen de la educación de sus hijos. Algunas madres comienzan a percibir que ya no hay excusas para seguir jugando un papel pasivo y resignado. Como otras tantas, Alicia Gallardo, madre de tres alumnos de este centro y delegada del grupo C de Infantil de 4 años, no está dispuesta a perder esta oportunidad:
“No nos podemos quedar sólo en la queja de que no tenemos ni voz ni voto. El centro está abierto a nuestras propuestas y podemos aportar cosas a la educación de nuestros hijos”. Ahora toda la energía de padres, madres y docentes se vuelca en hacer llegar este mensaje a las familias menos implicadas para que tomen conciencia de la importancia de poder opinar, decidir y participar de forma activa en la vida del centro.
Aunque sólo tímidamente, algo comienza a cambiar en la puerta de entrada; una puerta que las familias apenas cruzaban. Desde dentro se buscan fórmulas para que pasen y participen; desde fuera cada vez más padres y madres comienzan a ver la puerta abierta.
Véalo en: http://www.cuadernosdepedagogia.com/ver_pdf.asp?idArt=14559

No hay comentarios:

Publicar un comentario